Por: Juana Mercedes
SANTO DOMINGO. _La mascarilla de uso obligatorio como medida de prevención para evitar contagios por la Covid-19, poco a poco cae en desuso entre amplios sectores de la población por cansancio y descuido.
Haber perdido el temor a un virus que en el país ya se extiende por once meses, una baja en la rigurosidad de las autoridades llamadas a velar por su uso en lugares públicos, el argumento de que a “a mí ya me dio el virus” y el hastío de llevar puesto un objeto que impide respirar con normalidad, son algunas de las razones que llevan a obviar el uso del barbijo.
Lo que se convirtió a principios de la pandemia del nuevo coronavirus en un utensilio tan indispensable, a tal punto que algunos comenzaron a llamarlo de manera irónica “la nueva cédula”, ahora ha pasado a ser algo que muchos llevan sólo “por si acaso me paran en las calles”.
Todavía la medida de llevar puesto el cubrebocas se cumple con rigurosidad en grandes plazas y supermercados, bancos y otros establecimientos comerciales con un flujo considerable de clientes. Sin embargo, en pequeñas empresas y en el día a día en las calles su uso comienza a decaer.
Ya algunos de esos comercios pequeños quitaron incluso el letrero “uso obligatorio de mascarilla” que por tantos meses adornó las puertas de acceso a sus locales.
La inobservancia del distanciamiento físico, un toque de queda más relajado y ahora con más gente circulando sin mascarillas, podría incidir en un aumento de los contagios por Covid-19 que hasta ayer totalizaban 227,714 en el país.
Durante el recorrido por la capital se pudo observar por las ventanillas de un autobús que se dirigía a un sepelio, repleto de personas, a gran parte de sus ocupantes sin mascarillas.
En los negocios improvisados en las vías públicas también cada vez menos personas llevan el utensilio puesto o lo usan de manera displicente, sin importar que desempeñen tareas en que requieren estar cerca unas de otras.
El epidemiólogo José Sehuoerer explicó que con cuidado e higiene una de esas mascarillas puede durar entre uno y tres días, mientras las de tela pueden usarse por más tiempo, siempre y cuando se limpien con regularidad.
El especialista indicó que el uso de la mascarilla “es la mejor vacuna hasta tanto aparezca un biológico confiable y sin ninguna sospecha de duda
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