Esta medida se produce en medio del creciente descontento en el país por las restricciones para luchar contra la pandemia, que ha llevado a varios estados a levantar la obligatoriedad de la mascarilla en interiores.
En Nueva York, la obligatoriedad de la vacuna fue decretada en octubre pasado por el entonces alcalde Bill de Blasio. Su sucesor, Eric Adams, secundó la medida y el pasado 31 de enero avisó que el 11 de febrero sería el último día de trabajo para los funcionarios no vacunados.
En total, se trata de menos del 1% de la fuerza laboral de la Ciudad de Nueva York, integrada por 370.000 funcionarios. De estos, el 95% ya ha recibido al menos una dosis de la vacuna.
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