Para mantener un peso saludable es importante lograr un equilibrio entre las calorías que se ingieren y las calorías que se queman mediante la actividad física y las funciones corporales. Para perder peso, una persona suele tener que reducir las calorías que ingiere y aumentar la actividad física.
Si los cambios en el estilo de vida no son suficientes, algunas personas que necesitan adelgazar pueden recurrir a los medicamentos y la cirugía.1
¿Cuáles son algunos consejos para una alimentación saludable?
- Ingiera más frutas, verduras, granos integrales y leche y productos lácteos descremados o semidescremados.
- Incluya en su dieta carnes magras, aves de corral, pescado, frijoles, huevos y frutos secos o semillas.
- Lleve una dieta con bajo contenido de grasas saturadas, grasas trans, colesterol, sal (sodio) y azúcar agregada.
- Beba más agua en vez de bebidas azucaradas.
¿Cuánta actividad física necesita un adulto?
Realizar suficiente actividad física es importante para ayudar a prevenir o reducir el sobrepeso, la obesidad y los problemas de salud relacionados.
- Para mantenerse sano, un adulto de 18 años o más necesita al menos 30 minutos de actividad física 5 o más días a la semana.
- Los niños y los adolescentes necesitan al menos 60 minutos de actividad diaria para cuidar su salud.
Te gustaría saber cómo se trata la obesidad desde un punto de vista biopsicosocial? Sigue leyendo, en las siguientes líneas encontrarás la respuesta.
Combatir la obesidad es algo que muchas personas desean. Sin embargo, no son pocas las que fracasan en su intento. ¿Por qué ocurre esto? ¿Tan difícil es mantenerse en un peso saludable? Una buena parte de las personas que sufren un trastorno de obesidad fracasan, en parte, porque se subestima su gravedad. Pero existen muchos otros factores.
Y es que el tratamiento de la obesidad es uno de los retos más difíciles a los que se enfrenta un profesional de la salud. Probablemente nos encontramos ante un trastorno de tipo crónico. Por lo tanto, debería tratarse igual que otras enfermedades crónicas, como la diabetes. El tratamiento debería durar toda la vida.
Combatir la obesidad: un gran reto
Gracias a la literatura publicada sobre el tema, hoy sabemos que algunas personas cuentan con una genética que las predispone frente a la obesidad. Su metabolismo es menos eficaz en la quema de grasas y/o en la regulación de las sensaciones de apetito y saciedad.
Por otro lado, modificar los hábitos que requiere la intervención en obesidad implica la lucha contra importantes influencias socioculturales. Incesantemente se envían mensajes que promueven conductas o comportamientos contrarios a los que son convenientes o deseables.
Las terapias proponen cierto control sobre la alimentación y promueven la actividad física. No obstante, en nuestra sociedad, solemos recibir mensajes que nos incitan a comer más y con menos calidad nutricional. También nos incitan a ser más sedentarios.
Es aquí donde radican los grandes retos de los profesionales que tratan la obesidad. En primer lugar, cómo intervenir con dichas tendencias innatas. Después, cómo hacer estables los nuevos hábitos alcanzados. Estos hábitos van a encontrar una fuerte oposición que puede hacer que el paciente regrese a sus antiguos hábitos y a un estado menos saludable.
¿Qué entendemos por obesidad?
La obesidad se define como un exceso en la cantidad de grasa corporal que presenta una persona. Una persona, en condiciones normales, suele tener la siguiente proporción de masa grasa (Moreno, Monereo y Álvarez, 2000):
- Mujeres: entre el 20% y el 25% del peso corporal.
- Hombres: entre el 15% y el 18% del peso corporal.
Cuando se superan los intervalos anteriores, estamos ante un caso de exceso de grasa. Es a esto a lo que llamamos “sobrepeso”. Asimismo, si se alcanzan los siguientes valores, pasamos a hablar de “obesidad”:
- Mujeres: más del 32% de su peso corporal.
- Hombres: más del 25% de su peso corporal.
¿Qué tratamientos son eficaces para combatir la obesidad?
En épocas pasadas, la obesidad no era considerada un problema por parte de la sociedad y por buena parte de las personas que la padecían. Es más, significaba la excepción en un contexto en el que el acceso a la comida era dificultoso. Estar obeso podía significar opulencia y solvencia, valores que antaño eran socialmente deseables.
No obstante, el elevado número de personas afectadas convirtieron la obesidad en uno de los principales problemas de salud en las sociedades occidentales (OMS, 2010). Además, se constató que las personas obesas son más propensas a sufrir problemas de salud. Estos descubrimientos convirtieron a la obesidad en un problema, y por lo tanto un fenómeno al que había que encontrarle una “solución”.
Después de varias décadas tratando la obesidad, desde el enfoque cognitivo-conductual se han establecido unas áreas de intervención básicas. Estas áreas se han ido protocolizando, sobre todo a nivel grupal.
Los principales ámbitos de la intervención psicológica en obesidad son los siguientes (Foster, Makris y Bailer, 2005):
- Promoción del autocontrol mediante autorregistros de hábitos de alimentación y de actividad física.
- Control del estímulos a través de identificar las señales asociadas a la ingesta.
- Educación en nutrición.
- Modificación de la propia conducta de comer.
- Realización de actividad física.
- Empleo de técnicas de reestructuración cognitiva y de resolución de problemas.
Como podemos observar, no se ha incluido como objetivo específico la intervención sobre trastornos de riesgo asociados, como puede ser la depresión. Esto solamente se realizará cuando estos síntomas estén presentes. Para ello se utilizarán las técnicas que han demostrado ser eficaces para cada trastorno en particular.
Desde el paradigma cognitivo-conductual se entiende que la obesidad surge como consecuencia de malos hábitos. Así pues, el núcleo fundamental de la intervención en obesidad debe ser reeducar dichos hábitos. Para ello, la psicología es una disciplina clave.
En cuanto a la actividad física, hay trabajos que apuntan hacia una idea que puede ser contraintuitiva: incrementarla no es un buena estrategia en las fases iniciales del tratamiento para combatir la obesidad. Esto es debido a que tiene un bajo impacto en el gasto calórico. Sin embargo, sí que resulta efectiva en las fases de mantenimiento de los logros de reducción de peso.
Como hemos visto, es fundamental cambiar hábitos si queremos combatir la obesidad. Estos hábitos pueden parecer complicados de cambiar, pero los profesionales de la salud están ahí para ayudar a conseguir el objetivo.
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