Los biopolímeros son sustancias inertes que, en ocasiones, se utilizan de forma ilícita para fines estéticos como materiales de relleno tisular.
La mayoría son de origen sintético, y por lo general derivados de la silicona; lo más frecuente es que se vendan bajo el nombre de polivinil metacrilato o polimetil siloxano (silicona líquida) (1).
Al entrar en contacto con el tejido receptor pueden desencadenar una excesiva reacción inflamatoria local, proporcional al peso molecular de la sustancia infiltrada.
Además, existe la posibilidad de que estas sustancias migren a distancia del sitio de aplicación, pudiendo comprometer órganos vitales e incluso llegar a provocar la muerte (2).
La reacción tisular frente a la infiltración de este tipo de productos se puede presentar de forma aguda o incluso tardía, estando descritos casos de complicaciones aparecidas hasta 25 años después (1-3).
Presentamos el caso de una paciente en la que 3 años después de la infiltración de biopolímeros en glúteos, apareció dolor en el sitio de aplicación, con aumento de volumen, induración y fiebre.
Nuestro objetivo es además el realizar una revisión sobre la información existente acerca del tema con la intención de concienciar a la comunidad médica sobre los efectos nocivos de estas sustancias, ayudar a reconocer sus efectos y sus secuelas, y de paso, remarcar a la población en general su prohibición para cualquier uso médico y sus peligrosas consecuencias.
Caso clínico
Mujer de 50 años de edad con cuadro clínico de 6 meses de evolución caracterizado por la presencia de dolor urente de intensidad leve, localizado en región glútea de forma bilateral, progresivo, al cual se agregó aumento de volumen, deformidad glútea, induración, eritema y fiebre en los 15 días previos al ingreso hospitalario.
La valoración con ultrasonido de la región glútea informa de sombra acústica posterior e hipoecogenicidad subcutánea por la presencia de nodulaciones múltiples.
En el posoperatorio de esta intervención la paciente fue tratada con triple esquema de antibiótico intravenoso a base de ceftriaxona, metronidazol y amikacina, con curas cada 12 horas.
Después de un mes logramos cierre primario retardado con remodelación de los bordes de la herida en el lado derecho y dejamos que la herida del glúteo izquierdo cerrara por segunda intención. La paciente fue dada de alta con cita semanal para revisión hasta el cierre de la herida que se logró 22 días después, luego al mes, y posteriormente cada 6 meses (Fig. 3-5).
Los biopolímeros son macromoléculas de diferentes orígenes, derivados del petróleo, de origen vegetal y muchos son de origen sintético. En este último caso, la mayoría son derivados de la silicona, pudiendo incluir otros materiales como metacrilato o colágeno entre otros (4).
Transcurridos 3 años, la paciente se encuentra en buenas condiciones generales con deformidad glútea por secuelas de la cirugía mencionada, emocionalmente en recuperación con terapia psicológica, y en espera de reconstrucción estética de la región glútea.
Discusión
Se empleó por primera vez para cubrir un defecto craneal en 1940. Inicialmente este material fue considerado como una sustancia inerte, hecho que llevó a su uso indiscriminado con fines estéticos, principalmente en Alemania, Suiza y Japón (1, 5, 6)
. Está compuesto por largas cadenas de CH3 (grupo metilo) alternadas con silicio y oxígeno y se conoce como silicona, siendo su clase más común el polidimetil siloxano (silicona líquida).
La inyección de estos productos puede provocar diferentes consecuencias que pueden ser locales o sistémicas (1, 5), según aparezcan en la zona de la inyección o afecten a la salud general del paciente, y que de acuerdo a su tiempo de aparición se clasifican más habitualmente como: inmediatas, cuando aparecen
Por otro lado, está comprobado que todas las sustancias de este tipo cuando son infiltradas desencadenan una respuesta autoinmune en el paciente que las recibe, respuesta que produce cambios histológicos inflamatorios.
A la hora de tratar a los pacientes que padecen deformidades como consecuencia de la aplicación de estos productos, sus complicaciones y su extracción, es importante considerar la necesidad posterior de reconstrucción del área afectada, tal y como mencionan Gordillo y col.
Quienes describen haber tenido que llegar a emplear una técnica relacionada con el colgajo de perforantes del sistema lumbar para lograr la mejoría estética de la región glútea, aportando tejido autólogo sano, con circulación fiable y anatomía constante (9).
Este tratamiento va a depender del cuadro clínico que presente cada paciente. Lo ideal es identificar y extraer la sustancia infiltrada antes de que provoque complicaciones (1, 2, 4) con la ayuda de la historia clínica del paciente y de los estudios complementarios de gabinete.
Como medida paliativa de la distorsión de la anatomía regional, en este caso concreto, y puesto que no consideramos que el beneficio sobrepase los riesgos de un procedimiento reconstructivo agresivo, propondríamos como primer paso la lipotransferencia en pequeñas cantidades una vez que la paciente mejore su condición psicológica lo suficiente como para poder comprender y aceptar bien los procedimientos a emplear.
Conclusiones
En los últimos años se ha incrementado el uso de biopolímeros como modelantes corporales, tanto en mujeres como hombres, a pesar de que su uso es ilegal por las numerosas complicaciones mencionadas en la literatura científica desde hace muchos años.
Los problemas derivados de su inyección corporal se observan más frecuentemente en países de América Latina en vías de desarrollo. Tal es el caso de México donde estos productos se emplean en pseudoclínicas estéticas o salones de belleza por cosmetólogos sin formación médica y carentes de principios éticos, quienes ofrecen un costo muy bajo aprovechando la falta de información de la población.
Por:Juana Mercedes
Fuente: scielo.isciii.es
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