El turismo constituye la principal actividad económica de la República Dominicana y, para apuntalar esa posición, su estrategia es “la diversificación geográfica del producto y del producto en sí”, dijo a Efe el presidente de la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (Asonahores), Rafael Blanco.
El área de Punta Cana, en el este del país, es el pilar del turismo dominicano -por su aeropuerto llega el 60 % de los viajeros que recibe el país-, pero el Gobierno dominicano y los hoteleros están invirtiendo para llevar los veraneantes a las playas de todo el litoral.
Pedernales, una zona hasta ahora virgen en el suroeste, es el “proyecto ancla” del turismo dominicano, con una inversión calculada en 3.000 millones de dólares en la próxima década.
También se han comenzado las obras de nuevos hoteles en Miches, cercano a Punta Cana, mientras se dan pasos para relanzar Puerto Plata (norte), cuna original del turismo del país y se invierte en Samaná (noreste) con un modelo basado en pequeños establecimientos.
La filosofía es “totalmente ecológica y sostenible”, de manera que no se cometan “errores del pasado” en cuestión medioambiental, indicó el responsable de Asonahores.
Más allá de la diversificación geográfica, República Dominicana está dando pasos para crecer en otros segmentos, como conferencias y salud, que generan unos ingresos por turista mucho más elevados que el sol y playa, segmento en el que se concentra el 94,6 % del mercado.
Para explorar el segmento de conferencias, en el que hay un amplio margen para crecer, el Estado dominicano acaba de hacer una alianza con Ifema, primer operador de España de ferias y congresos, que prepara un estudio para diseñar la estrategia de eventos y convenciones en Santo Domingo, explicó Blanco.
Además, ya ha estructurado el Bureau de Convenciones, entidad que va a promocionar a Santo Domingo internacionalmente como centro del segmento de negocios.
Con todos esos frentes abiertos “el límite de crecimiento nos lo vamos a poner nosotros”, opinó Blanco.
La estrategia de diversificación también apunta al turismo de salud, que generó unos ingresos de 265 millones de dólares en el país en 2018, según el último estudio sobre este segmento.
Ese estudio, de la Asociación Dominicana de Turismo de Salud, revela que cada paciente gasta unos 7.500 dólares de promedio, cifra muy superior a los cerca de 985 dólares que se gasta de media cada turista extranjero.
Para promover el turismo de salud, el pasado diciembre el presidente Luis Abinader encomendó a los ministerios de Salud Pública y de Turismo que trabajen la elaboración de las políticas y estrategias para su desarrollo y para realizar un levantamiento de los centros médicos disponibles.
La viceministra de Turismo, Jacqueline Mora, dijo el miércoles que las autoridades del país han comenzado los contactos con empresas calificadoras, con el propósito de conseguir las certificaciones internacionales necesarias, de las que ahora carece el país.
“Inicialmente, será salud bucal y también la parte de wellness (bienestar), que está dentro del turismo de salud y donde podemos ir mucho más rápido”, dijo la viceministra.
Actualmente, las clínicas del país reciben principalmente a turistas de la diáspora dominicana y latina “que no tienen capacidad de ir a Estados Unidos y vienen a República Dominicana”, apuntó el director de Asonahores.
Pero ahora, el país quiere “subir el nivel” para que estadounidenses, europeos y ciudadanos de otros países de la región vengan a hacerse tratamientos médicos.
El turismo de salud, además de generar más ingresos de lo que dejan los cerca de 6 millones anuales de turistas de sol y playa que recibe el país, también tendría una importancia estratégica.
“Porque incrementa la capacidad de salud del país en sentido general y eso lo proyecta como un lugar seguro que tiene capacidad para atender cualquier situación”, agrega Blanco.
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