El estrés que experimentamos, debido a este frenesí cotidiano, puede tener un efecto perjudicial en nuestras vidas sexuales.
En mi consultorio escucho que, cuanto más estresadas están las personas, menos se pueden relajar para concentrarse en el ahora. El hecho de no estar presentes hace que no nos podamos conectar con nosotros ni con los demás. Mucho menos hablar de entregarnos a una situación placentera, si estamos completamente en «otro lugar» con la mente, con una carga alta de ansiedad y nerviosismo.
¿Cómo se manifiesta el estrés?
El estrés se manifiesta a niveles físicos, psicológicos y fisiológicos. Les cuento algunos síntomas:
- Físicos: tensión muscular, bruxismo, erupciones cutáneas, problemas gastrointestinales, infecciones a repetición, disfunción eréctil, cambios bruscos de peso, hiperventilación, fatiga y trastornos menstruales.
- Cognitivos: dificultad para concentrarse, procrastinación, pérdida de memoria, distracción fácil, preocupación excesiva, pensamientos negativos y recurrentes, ansiedad.
- Emocionales: llanto fácil, irritabilidad, impaciencia, cambios repentinos de humor, hipersensibilidad a la crítica, sensación de estar fuera de control, falta de motivación, enojo, frustración, falta de confianza o autoestima.
- Comportamentales: falta de momentos para la relajación o para actividades placenteras, uso de sustancias como alcohol, tabaco, cafeína o drogas recreativas, adicción al trabajo, aislamiento social y mala gestión del tiempo.
Cada cual tendrá su «punto gatillo», que es el momento en el cual las circunstancias llevan a los síntomas evidentes de que estamos estresados. En ese punto, los dolores de cabeza, la fatiga, la tensión muscular, los dolores abdominales, las alteraciones en la piel, la constipación o las diarreas aparecen para quitarnos energía.
Es lógico que nos sintamos mal en ese estado, que no tengamos ganas de gozar ni conectar con el placer. Ni hablar de que todo esto contribuye a la disminución de la libido
¿Cómo afecta el estrés a la vida sexual?
El estrés hace estragos en nuestra vida sexual. Se genera más adrenalina, noradrenalina y cortisol cuando estamos estresados; son neurotransmisores y hormonas que, en exceso, no son amigas de la relajación ni del placer.
Estas sustancias generan una disminución de flujo sanguíneo hacia todos los órganos, incluidos los sexuales (pene, vagina y vulva). Ello puede llevar a la disfunción eréctil, a la falta de lubricación vulvovaginal, a experimentar dolor en las relaciones sexuales, a la falta de orgasmo y a la eyaculación precoz o retardada.
Por otra parte, la falta de concentración, los cambios en el carácter, el hecho de estar de mal humor, la irritabilidad, la tensión y la ansiedad son características que acompañan al estrés y que no contribuyen al momento del sexo. Entonces, ¿conviene tener relaciones sexuales cuando estamos estresados?
Aunque el estrés afecta de modo negativo al sexo, mantener relaciones sexuales o masturbarse podría actuar como un ansiolítico natural. Es decir, serían formas de aliviar el estrés.
Suena contradictorio recomendar las relaciones sexuales en estrés, pero lo cierto es que mejoran algunos síntomas. El sexo facilita la conciliación del sueño, por ejemplo. Con solo caricias y besos, ya podríamos combatir el insomnio propio de la ansiedad.
Lo ideal es que, si intentan tener sexo en pleno estrés, avancen sin esperar grandes performances. Tómenlo como un momento de relajación y reconexión con el otro. Para que funcione, tiene que existir algo fundamental: la comunicación.
Aunque el sexo puede ser una excelente manera de aliviar el estrés y conectarse con la pareja, no es una obligación ni debe ser una fuente de presión nunca.
¿Cómo reducir el estrés para tener una mejor vida sexual?
El estrés tiene una connotación negativa, pero suele ser una respuesta adaptativa del organismo ante situaciones desafiantes o que requieren máximo esfuerzo. Para evitar que afecte nuestras relaciones de pareja y nuestro sexo, debemos aprender a gestionarlo. ¿Cómo?
Trata de frecuentar más aquellos vínculos que te hacen bien. Pasa tiempo de calidad con tus afectos o contigo.
Haz ejercicio físico, dedica momentos a tus pasatiempos, garantiza un buen descanso nocturno, practica la meditación y la respiración controlada, aprende a decir «no», ten expectativas realistas, prefiere alimentos naturales y evita la comida ultraprocesada.
Es importante darnos tiempo para transitar los períodos de estrés. No son para siempre y todo pasa.
Si comprendemos nuestro estrés, las repercusiones en la sexualidad serán menores, porque podremos hablar de ello. Así, acompañaremos las emociones por las que transitemos y seremos proactivos para mejorar. En definitiva, saldremos airosos y fortalecidos.
En lugar de recurrir a vicios, malos hábitos y pensamientos negativos, optemos por tomar consciencia, por detenernos a pensar, a dialogar, a decir lo que sentimos. Consultemos a un profesional a tiempo para buscar en conjunto las soluciones y mejorar la calidad de vida.
Fuente:https://mejorconsalud.as.com
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