La sensatez ha asomado con la decisión del presidente Luis Abinader de no utilizar la mayoría legislativa de su partido para imponer reformas, que dijo serán consensuadas con la oposición y otros sectores.
Aunque parezca una necesidad para impulsar el desarrollo, el Gran Pacto Nacional que ha defendido el mandatario, que incluiría una reforma fiscal, la independencia de la Procuraduría General y la creación de un Ministerio de Justicia, es obvio que debe contar con el apoyo del liderazgo político.
Y más aún de tomarse en cuenta que los dos principales partidos de oposición, Fuerza del Pueblo y el PLD, alcanzaron en conjunto casi un 40 % de los votos.
Al ser felicitado por su victoria por los excandidatos Abel Martínez y Leonel Fernández, el mandatario dijo que ya les adelantó que se reuniría con ellos sobre la necesidad de blindar la Constitución contra las modificaciones para la reelección y de otros asuntos que a su juicio necesita el país, reunión que Palacio confirmó hoy que será esta noche.
Abinader, con la mayoría absoluta que tiene su partido en el Senado y la Cámara de Diputados, podría imponer las reformas, pero de hacerlo en forma unilateral sería una decisión antidemocrática, tiránica.
El camino del consenso es el correcto para abordar las reformas que ensamblarían ese gran pacto del que el mandatario ha hablado en otras ocasiones.
Bien que se contemple la unidad política para impulsar reformas que redunden en una mejoría de las condiciones de vida de las mayorías.
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