«Viene también un proceso de depuración a lo interno de cada estamento para no dejar que el delito, el narcotráfico o el crimen organizado impere o trate de imperar a lo interno de cada uno de ustedes como estamentos», dijo Mulino.
El nuevo presidente de Panamá, que asumió el cargo el pasado 1 de julio para un período de 5 años, se expresó así durante la ceremonia de cambio de mando en la Policía Nacional (PN), el Servicio Nacional Aeronaval (Senan) y el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront).
Analistas locales denuncian corruptelas en las filas de la Policía Nacional que se evidencia, por ejemplo, con el tráfico de armas o drogas en las cárceles, y no es extraño que agentes de la fuerza pública sean atrapados trasegando drogas.
Mulino habló de elevar la «moral» de los agentes de seguridad del Estado, a la luz de que «vienen tiempos complejo» para el país, que atraviesa una crisis económica que ha prometido enfrentar con disciplina fiscal, austeridad y atracción de inversiones.
«Desde ya iniciaremos un proceso de levantamiento de la moral a todos los cuerpos policiales, fronterizos y navales del país», para lo que, entre otras, se está ya coordinando «para la compra de todo su equipo, desde uniformes, botas, zapatos, armas, municiones, automóviles» , así como «pagar los seguros que corresponda».
Panamá abolió el Ejército en 1990, tras la invasión en 1989 del Estados Unidos para capturar al dictador Manuel Antonio Noriega (1934-2017), y creó en su defecto la Fuerza Pública que a la postre y tras cambios legales quedó representada en los actuales cuerpos de seguridad, que están integrados por más de 30.000 efectivos de acuerdo con los datos disponibles.
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