Se podría decir que con ese logro, Beltré selló lo que ya era un argumento bien fuerte para ser elegido al Salón de la Fama. Y efectivamente, este domingo, el oriundo de Santo Domingo será exaltado de manera oficial en Cooperstown junto con Todd Helton, Joe Mauer y Jim Leyland.
Aquel domingo en el antiguo Ballpark de Arlington hace casi siete años, Beltré dio un doble en conteo de 3-0 frente al zurdo de los Orioles, Wade Miley, deleitando a los fanáticos de los Rangers y, por supuesto, a toda su familia presente.
“Creo que el hit 3,000 fue el número 1, por diferentes razones”, dijo Beltré. “Número 1, nunca pensé que iba a estar ahí. Cuando llegué a Grandes Ligas, uno estaba contento de estar ahí. Te sentabas en una esquina. No decías nada.
“En aquellos tiempos, yo jamás esperaba jugar por tanto tiempo”, continuó Beltré, ahora de 45 años. “Nunca pensé estar en la conversación de los 3,000 hits. No estaba eso en mi mente. No jugaba por números. Y no me veía como un jugador que pudiera llegar hasta ahí”.
En el 2003, Beltré – ya en su sexta campaña de Grandes Ligas con tan sólo 24 años de edad – jugó en los Dodgers con el Salón de la Fama Rickey Henderson, quien a sus 44 años estaba en la última temporada de su espectacular carrera de 25 años en las Mayores. Henderson se retiraría como líder de todos los tiempos en bases robadas con 1,406 y en carreras anotadas con 2,295, récords que se mantienen hasta hoy en día.
“Quedé maravillado con los números que él tenía”, recordó Beltré sobre Henderson. “Yo no era una persona de números, pero cuando en el estadio se ponían esos números en la pizarra, cuando uno veía los números que él tenía, pensé, ‘Wow, esto es increíble’”.
Al fin y al cabo, Beltré superaría a Henderson en imparables, 3,166 a 3,055.
“Jamás pensé que estaría en la conversación junto con Rickey en torno a hits”, expresó Beltré. “Para nada… era inconcebible para mí.
“Cuando llegué a ese número, fue increíble pensar que había llegado. Pero tener a mi familia en el terreno, que me abrazaran y dijeran las cosas maravillas que me dijeron ese día, eso fue número 1. Saben, amo el béisbol. Ésa fue mi pasión. Pero soy un hombre de familia. Lo hago por mi familia. El hecho de que estuvieran presentes mi esposa, mis hijos, mis padres… es un momento que jamás olvidaré. Por esa razón, fue definitivamente el mejor momento”.
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