Comprender este viaje nos permite disfrutar de una vida sexual plena y saludable. Por eso, en este artículo vamos a recorrer aspectos de la sexualidad en las diferentes etapas, desde la infancia hasta la vejez.
¿Cómo educar sobre la sexualidad en la infancia?
La sexualidad en la infancia se manifiesta a través de la curiosidad por nuestro cuerpo, la exploración y el juego. Es una etapa de autodescubrimiento. Por ello, la educación sexual integral es crucial para brindarles a los pequeños, información precisa y herramientas para tomar decisiones responsables.
Es muy importante que los niños nos pregunten a los adultos todo lo que necesiten saber. Nosotros debemos habilitar espacios para que ellos sepan que cuentan con las respuestas y que su pregunta es bien recibida.
Para esto necesitamos crear un ambiente seguro y abierto donde puedan expresar sus emociones e interrogantes sin tabúes. Es clave transmitirles que su cuerpo es suyo y que nadie los puede tocar, que forma parte de su propia intimidad y que es una exploración que deben realizar en forma privada.
Siempre estamos educando en sexualidad, aunque no hablemos explícitamente. Educamos con los gestos, con lo que decimos y lo que criticamos, con los «no» y los «sí» cuando juzgamos.
¿Cómo debería ser la educación sexual en la adolescencia?
La pubertad trae cambios físicos y hormonales que generan una explosión de emociones y nuevas sensaciones. El cuerpo se modifica rápido y los adolescentes deben adaptarse y reconocerse cada día.
Algunos experimentan un despertar sexual antes que otros, con mayor interés en las relaciones románticas y el contacto físico. Es un período de descubrimiento de la identidad, la orientación afectiva y las preferencias.
En la adultez joven, la transición se caracteriza por la experimentación, la búsqueda de placer y la consolidación de las relaciones afectivas. Exploramos diferentes posibilidades, aprendemos sobre nuestros límites y deseos, y desarrollamos la capacidad de comunicación y consentimiento.
Considerando que la adolescencia se prolonga hasta, aproximadamente, los 24 años, para la mayoría de las personas es la etapa de inicio de su vida sexual. Así que es importante la disponibilidad de métodos anticonceptivos seguros y confiables para prevenir embarazos no deseados e infecciones.
La comunicación con padres, educadores y profesionales de la salud es vital en este momento para navegar el proceso con menos dudas. Por ello, el acceso a la educación sexual integral se vuelve imprescindible.
Son muchos los temas a abordar: anticoncepción, prevención de infecciones sexualmente transmisibles, existencia de los derechos sexuales y necesidad de dar el consentimiento. Aprender a decir «sí» y «no» es central.
Es la etapa en la que debemos reforzar la importancia de cuidar los vínculos. Los adolescentes deben aprender lo valiosa que es la responsabilidad afectiva y el respeto hacia los demás.
¿Cómo es la sexualidad en la adultez?
La adultez es una etapa de madurez y plenitud. Podemos disfrutar de nuestra sexualidad de forma más consciente y responsable.
A su vez, diversos factores influyen con más fuerza, como los siguientes:
- Estrés
- Trabajo
- Maternidad
- Matrimonio
- Enfermedades
Algunas mujeres adultas experimentan modificaciones relevantes, tanto con la maternidad como en la llegada de la menopausia. El embarazo trae cambios corporales, psíquicos, de la libido y de dispersión de energía. Los tiempos se reparten, aparecen nuevos intereses y se pone en riesgo la intimidad de la pareja.
Por su parte, el climaterio trae desequilibrios hormonales que pueden afectar la sexualidad. Habrá síntomas como la sequedad vaginal y la disminución de la lubricación. Sin embargo, esto no significa el fin de la vida sexual. No tiene que bajar la calidad de los encuentros. Hoy existen diversas opciones de tratamiento, desde lubricantes hasta terapia hormonal.
También en los hombres ocurre de forma gradual el descenso de los andrógenos. Esto produce cambios físicos y psíquicos. Hay disminución de la fuerza, reducción de la masa muscular y más episodios de disfunción eréctil.
Es así que es importante mantener una comunicación abierta y honesta con nuestra pareja, explorar nuevas experiencias y no caer en la rutina. Durante la adultez dudamos mucho menos de lo que queremos y, quizás, ya tenemos en claro lo que no nos gusta y lo que necesitamos.
Pero, por supuesto, la edad no nos exime de reforzar el cuidado y la prevención frente a las infecciones de transmisión sexual. El uso del preservativo sigue siendo prioritario, aunque deje de existir la posibilidad de un embarazo.
¿Qué es importante en la sexualidad de los adultos mayores?
La sexualidad en los adultos mayores es, a menudo, ignorada o invisibilizada. Sin embargo, los deseos y las necesidades siguen allí.
Hay que derribar los mitos y los tabúes que rodean a esta etapa. Durante el envejecimiento podemos adaptarnos a los cambios para encontrar nuevas formas de expresión sexual.
Los adultos mayores tienen que tomar las medidas necesarias para preservar su intimidad, para explorar todas las maneras de contacto que les brinden placer. El encuentro sexual va más allá de estar desnudos en una cama y de la genitalidad.
Consultar con un médico se vuelve más prioritario. Diversos problemas de salud pueden afectar la sexualidad y muchos de ellos se solventan con un tratamiento adecuado.
La salud sexual es importante en todas las etapas
El placer es parte de la sexualidad y la salud sexual es tan significativa como otros aspectos de la salud física. Explorar, aprender y disfrutar son tareas que no se acaban en la adolescencia, sino que se prolongan hasta la vejez.
Es por ello que la educación sexual no tiene fin. Siempre hay mitos y tabúes que debemos derribar, emociones que necesitamos expresar y decisiones que tenemos que tomar en torno a nuestros derechos y obligaciones para con nuestras relaciones y nuestro cuerpo.
La comunicación es la clave. Ya sea en el diálogo interno o con una pareja, es lo que nos permite ser abiertos y honestos para potenciar la sexualidad.
Fuente:https://mejorconsalud.as.com
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