La isla sufre desde hace años una grave crisis energética, que se ha agravado en los últimos meses con tasas de déficit que han llegado a alcanzar el 53 % y tres apagones nacionales. Actualmente, algunas regiones sólo tienen suministro eléctrico durante cuatro horas al día
La UNE, adscrita al Ministerio de rgía y Minas (Minem), calcula para la jornada una capacidad máxima de generación eléctrica puntual de 1.909 megavatios (MW) en el horario «pico», en la tarde-noche, para una demanda que prevé que alcance los 3.250 MW.
El déficit -la diferencia entre oferta y demanda- será de 1.341 MW y la afectación real -los circuitos que se desconectarán preventivamente para evitar un apagón desordenado- alcanzará los 1.411 MW en el momento de mayor consumo.
La crisis energética cubana se debe principalmente a la carencia de combustible -debido a la falta de divisas del Estado para importarlo- y a las reiteradas averías en las obsoletas centrales termoeléctricas, con décadas de explotación y un déficit crónico de inversiones.
Según diversos cálculos independientes, el Gobierno cubano precisaría entre 8.000 y 10.000 millones de dólares para reflotar el Sistema Eléctrico Nacional (SEN), una inversión fuera de su alcance. Además, cualquier solución sería posible tan sólo a largo plazo.
Los frecuentes apagones lastran la economía cubana, que se contrajo un 1,9 % en 2023 y no creció el año pasado, según estimaciones del propio Gobierno. De acuerdo a esas cifras, el PIB de la isla sigue por debajo de los niveles de 2019.
Además, los cortes eléctricos han atizado el descontento social, visible en la migración masiva de los últimos años y en las inusuales protestas que se han registrado desde 2021 en la isla.
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